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En este número de Semillas: Kris Fleming, ahora miembro de nuestro equipo editorial junto con el recién llegado Tom Cox, ofrece el esbozo biográfico de este número cerca del viaje de Marie y él hacia su relación y, posteriormente, a la decisión de establecerse en Monteverde.

Los autores de artículos sobre el tema de la “inspiración” de este número discuten la inspiración en el proceso creativo y para hacer cambios en sus vidas. Todos ven la necesidad de estar abiertos a la inspiración como condición sine qua non. Esperamos que encuentre inspiración en lo que tienen que decir.

La fecha límite del próximo número es el 1 de marzo y será sobre el tema de “renacimiento, regeneración”. Envíen sus artículos a la dirección de gmail: seedsmfm@gmail.com. Pueden ser artículos cortos o más largos. Pueden tomar la forma de ensayos, poesía, entrevistas, discusiones entre varios autores, etc. Gracias por compartir sus pensamientos y experiencias con la comunidad de lectores.

Tabla de contenido

Nuestro camino a Monteverde

por Kris Flemming, con Marie-Caroline Vallée (traducido por Sebastián Ruiz)

Kris y Marie, y su futuro hogar

Desde la primera vez que hablé con Marie, tuve un pensamiento: esto podría ser algo especial.

Hacía siete años que había dejado mi ciudad de Toronto, Canadá, en una búsqueda por un sentido mayor y un propósito de vida. Viajar y hacer mi camino en tierras foráneas me brindó las lecciones de vida y herramientas que me había propuesto buscar y sentí que el tiempo había llegado de regresar a casa para reconectar con mi familia. Un día antes de mi vuelo a casa, una serie de eventos sincrónicos permitieron que Marie y yo nos encontráramos para tomar una tarta de manzana en un café en Boudhannath, Nepal. Un amigo en común sugirió que nos conociéramos y, al haber terminado nuestros respectivos retiros y encontrarnos en el mismo barrio de Katmandú, las estrellas se alinearon para nuestro encuentro. Veinticuatro horas fueron todo lo necesario para que comprendiéramos que había algo más profundo para descubrir entre nosotros. El siguiente día, nos dijimos adiós; abordé un avión hacia Canadá y Marie comenzó un retiro Vipassana de diez días en silencio en la montaña.

Al cabo de esos diez días, cuando hablamos por teléfono, fue claro que un nuevo encuentro se estaba gestando. En poco tiempo, Marie viajaba para encontrarnos en Canadá y desde ese entonces hemos estado en esta jornada, en busca de comunidad. Fue hace cuatro años que hicimos nuestro primer esfuerzo de establecernos en Canadá, escogiendo Montreal como una casa en la cual crecer como pareja. Tomando nuestro tiempo, exploramos las tierras salvajes de Quebec y el norte de Ontario, mientras mirábamos hacia dentro de nosotros mismos para descubrir lo que buscábamos para nuestro futuro. Cuando el frío invierno pasó y nuestro jardín de primavera comenzó a crecer, se volvió claro que la autosostenibilidad en la producción de alimentos puros y orgánicos era un valor de gran importancia para nosotros. Imaginamos un futuro en el que pudiéramos cultivar nuestro sustento durante todo el año, por lo que comenzamos a investigar regiones del mundo en las que potencialmente pudiéramos hacer esto en una sociedad libre y que nos brindara apoyo.

No fue sorprendente que el nombre de Costa Rica fuera mencionado en algunas ocasiones y nuestras investigaciones sobre este país nos llevaron a pensar que podría ser una buena opción. El énfasis en conservación y reforestación nos inspiró, la idea de un país sin ejército nos dio la impresión de una paz subyacente y la posibilidad de obtener tierras con los mismos derechos que los ciudadanos del país nos motivó a realizar una visita. Tomamos nuestra decisión de corazón para buscar algo mejor para nuestro futuro y, sin apresurarnos, comenzamos a vender la mayoría de nuestras posesiones para visionar una estrategia de escape de la vida de ciudad. 

Después de un año de trabajar en Montreal, sentimos que era el momento adecuado para profundizar en nuestra práctica de yoga y meditación en las tierras sagradas de Indostán (India). Seis meses de viaje a lo largo del país, visitando templos sagrados y profundizando nuestra práctica espiritual nos permitió descartar a la India como un lugar potencial para llamar hogar. Aunque tentador por momentos, la naturaleza caótica del país nos dejó queriendo más, por lo que hicimos nuestro camino a Costa Rica en los primeros días de junio del 2019.

Nuestro único contacto antes de llegar se había establecido durante nuestro tiempo en India. Luego de participar en un retiro de Vipassana, un profesor nos brindó información del contacto de los profesores designados de Vipassana en Costa Rica. No era mucho, pero suficiente para llevarnos a nuestro nuevo hogar. Al llegar, los contactamos y a su vez nos pusieron en contacto con una familia en la zona sur, donde nos quedamos para ayudar con su finca. Durante los primeros cuatro meses vivimos en el valle de San Gerardo de Rivas, cerca de Pérez Zeledón. Si bien disfrutamos montones de la zona sur, había algo que no terminaba de calzar. Ahí también nos percatamos que no sólo buscábamos un lugar para cultivar nuestra propia comida. También añorábamos una comunidad de apoyo que compartiera nuestros valores espirituales. Frecuentemente nos sentimos solos y sin una dirección verdadera en nuestra búsqueda y la paciencia no siempre era fácil de encontrar. Comenzamos a expandir nuestra búsqueda hacia otras partes del país: la costa pacífica, el valle central y la costa caribeña, a la vez que haciendo nuestro mejor esfuerzo para participar en la comunidad Vipassana de Costa Rica. Durante cinco meses de búsqueda tuvimos poca suerte y comenzamos a perder motivación.

Reflexionando hacia el futuro, comenzamos a considerar otros países, como Ecuador o quizás el sur de Europa. Era el final de octubre y la estación de lluvia hacía las cosas complicadas para nosotros. Así como ponderábamos nuestro siguiente movimiento, un meditador que vive en Monteverde nos invitó a visitar. Llegamos con poco entusiasmo a Monteverde, en el mes más lluvioso del año, pero lo conseguimos.

Poco a poco, sentimos que las puertas se comenzaban a abrir para nosotros. Al visitar la Reunión, nos sentimos en casa, calurosamente bienvenidos por personas como Paul Smith, entre otros. Nuestra amistad con Paul creció instantáneamente a lo largo de esos meses iniciales y su apertura a compartir con nosotros de todas las maneras posibles fue una verdadera inspiración. Atendiendo la reunión semanal los domingos nos mostró que al centro de la comunidad yacía un conjunto de valores fuertes y honestos formados por un largo tiempo de construcción de comunidad. Los valores cuáqueros, aprendimos, estaban en armonía con los nuestros y, así, consideramos la posibilidad de haber encontrado un lugar para llamar hogar.

Aún teníamos dudas, ya que ¡el clima no era ideal! Pero tuvimos un sentido global de que podríamos ser felices en este lugar. La naturaleza simple y dinámica de Monteverde nos sorprendió en cada paso que tomamos, desde RioChante a las comidas compartidas, desde las noches de música en Guarumo a las noches de película en Caburé, así como en muchos otros encuentros comunitarios, Monteverde tenía mucho a su favor. (¡Todo volverá pronto, esperemos!). Decidimos naturalmente abandonar la búsqueda y comenzamos a integrarnos en esta especial ciudad.

Después de una visita a Canadá para Navidad, regresamos sabiendo que Monteverde era para nosotros. Poco tiempo después, nos ofrecieron un pequeño pero hermoso lote de tierra en el corazón de la comunidad. Estábamos listos para tomar un compromiso y entonces, en febrero del 2020, un mes antes de que la pandemia golpeara, compramos el terreno. Los desafíos han sido muchos al asentarnos aquí en los últimos dos años, pero la fuerza de la comunidad de Monteverde y nuestro sentido de pertenencia no ha permitido que nos entren dudas respecto a nuestra decisión de asentarnos aquí. Aún a lo largo del difícil año que ha sido, un sentido de inclusión continúa creciendo dentro nuestro y somos felices de ser invitados a participar en este lugar especial. Gracias a todas las personas que han hecho la comunidad de Monteverde una gema entre gemas. ¡Estamos eternamente agradecidos!

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Inspiración por quebrantamiento

por Tom Cox (traducido por Jean Cox)

“A veces te depiertas. A veces la caída te mata. Y a veces, cuando te caes, vuelas.”

Neil Gaiman

Uno de los comerciales de television de mayor duración en la historia de los EEUU fue creado para proclamar los beneficios de trabajo duro y la dedicación a su artesanía, pero creo que duró tanto tiempo porque tocó una fibra con la adicción zumbante de los EEUU a la rutina durísima que agota el alma y raramente cumple las promesas de recompensa y satisfacción que deben acompañar El Sueño Americano.

En el anuncio, suena el despertador de Fred el Panadero en la oscuridad de la madrugada. Fred, el papel hecho por el actor de personajes con los ojos soñolentes Michael Vale, abre los ojos y empieza su mantra zumbante: “Hora de hacer las donas.” El repite continuadamente la frase del eslogan mientras se prepara para el trabajo en un estado de trance. Cuando sale de la casa, murmura: “Apuesto a que los tipos que hacen las donas del supermercado todavía están en la cama.”

El anuncio se publicó desde 1981 hasta que Dunkin’ Donuts se renombró a sí mismo en 1997. Para ellos, destacó por qué su producto era tan popular. Pero para muchos espectadores estadounidenses, creo que también capturó la realidad de vivir la vida en una rueda de hámster repetitiva y entumecedora de productividad sin sentido para el beneficio de otra persona. Se sintieron vistos.

A menudo, durante la última década, mi esposa, Jean; y yo hemos hablado, soñado y conspirado para vivir en el extranjero. Jean había sido profesora de español durante quince años en el área de Chicago antes de mudarnos a Pittsburgh para mi trabajo como gerente editor en una editorial cristiana. Nuestros viajes internacionales, así como nuestra participación en un proyecto de colaboración con comunidades indígenas en Chiapas, México, a través de la Iglesia Presbiteriana, despertó aún más esos deseos. Luego estaba nuestra consternación por la lucha política de Estados Unidos, así como por su historia de amor con la cultura de las armas. Nuestros espíritus se sintieron sofocados en nuestro país de origen, ya que parecía que constantemente nos conformábamos con la productividad en lugar de la paz, las ganancias materialistas en lugar de vidas significativas, la locura en lugar de la inspiración. Aún así, a pesar de toda nuestra charla e insatisfacción, no estoy seguro de que alguna vez hubiéramos despertado de la seguridad de nuestro sueño “tiempo para hacer que las donas” si no hubiera sido por COVID.

La pandemia todavía tenía ese nuevo olor a crisis cuando me despidieron sin ceremonias en marzo de 2020 después de quince años en el trabajo. Nunca lo vi venir. Esto desató una ola trimestral de pérdidas durante el próximo año. Tres meses después, mi padre de 83 años falleció de COVID. Observé impotente desde dos mil millas de distancia cómo iba al hospital con una infección, dio negativo al alta, pero luego contrajo el virus en un centro de rehabilitación física. En su estado debilitado, se desvaneció rápidamente y se fue en una semana. Ningún funeral o reunión familiar fue posible. Era como si acabara de desaparecer. Tres meses después, la madre de Jean falleció, no por el virus, sino por el aislamiento de su centro de Alzheimer. Tres meses después de eso, nuestra querida perra de diecisiete años, Belle, falleció de… pues… de ser un perro de diecisiete años.

No escribo esto para incitar tu lástima. Fuimos de los afortunados. Muchos lo tuvieron mucho peor. Nuestra casa era propia, por lo que nunca perdimos una hipoteca. Jean todavía tenía un trabajo con la atención médica y podía trabajar desde casa. Pude cobrar el desempleo y hacer algunos trabajos de edición independientes. Pagamos nuestras cuentas. Nunca tuvimos que esperar en las filas de la despensa de alimentos. No teníamos niños que se perdieran la escuela, las actividades y los amigos. Y ninguno de nosotros se enfermó nunca, ni siquiera de estornudos.

En todo caso, la pandemia, y toda la pérdida que sufrimos como resultado, desencadenó un reinicio de nuestros sistemas operativos humanos. Ahora éramos libres. No íbamos a volver a “hacer las donas”. Estábamos despiertos, inspirados para encontrar una mejor manera de vivir.

Durante la cuarentena, miramos a muchos países en donde poder retirarnos: España, Portugal, Francia, Panamá, México, Ecuador, pero nos centramos en Costa Rica porque la gente allí parecía encarnar mejor los valores de paz, salud, sostenibilidad e igualitarismo que perseguíamos. Nos decidimos por Monteverde por la biodiversidad, las temperaturas más frías y la inspiradora historia de sus fundadores cuáqueros. No éramos cuáqueros, pero habíamos estado practicando varias formas de espiritualidad contemplativa. Después de años de programas y sermones de la iglesia, muchos de los cuales planeé y trabajé para proporcionar, ambos descubrimos que ahora encontramos a Dios mucho más en silencio y en la naturaleza que en el ruido y las palabras de los hombres. Además, mi tía es cuáquera desde hace mucho tiempo y una de nuestras personas favoritas en el planeta.

Llevamos cuatro meses en Monteverde. No diré que la vida aquí no ha requerido algún ajuste a una nueva normalidad. Por supuesto que sí. Pero cada día estamos descubriendo fuentes continuas de inspiración en el ahora, el momento encarnado. Una mariposa sobre una flor. El peculiar sonido de un pájaro. Una conversación con un nuevo conocido. Estamos infinitamente inspirados por aquellos que han perdurado aquí durante décadas, así como por otros novatos que han sido atraídos aquí por sus ejemplos y que se esfuerzan por vivir sus valores. Pero debo decir que no estoy seguro de que alguna vez hubiéramos seguido adelante con la inspiración para dejar nuestras vidas y buscar una mejor forma de vida si la pandemia y toda esa pérdida no hubieran ocurrido.

Ya no soy alguien que anima a Dios en forma humana como alguien que planea eventos de la vida con el propósito de hacernos hacer algo. Creo que encontrarás a Dios sin importar a dónde vayas o lo que hagas. Y, obviamente, uno no está obligado a moverse por medio mundo para despertar a una nueva inspiración. Pero también sé que despertarse a menudo requiere un buen temblor. Los místicos se refieren a ella como “orden, desorden, reordenamiento”. La religión lo llama “vida, muerte, resurrección”. Creo que la pandemia proporcionó el impulso que nos impulsó fuera de nuestro nido ordenado, nos lanzó al caos y nos inspiró a descubrir el vuelo. Para nosotros, eso significaba Monteverde.

La inspiración se encuentra en muchas formas. A menudo proviene de personas a las que admiramos o de una habilidad que deseamos dominar porque alimenta nuestras pasiones. Para nosotros, la inspiración vino del dolor y el quebrantamiento. Recomiendo encarecidamente el primero en lugar del segundo, pero si te encuentras caminando por ese camino doloroso y solitario, te insto a que no busques soluciones rápidas o atajos que conduzcan a un camino menos doloroso. Sigue tu camino. Permítele el tiempo para enseñarte y guiarte. Permítelo incluso para inspirarte a despertar a una nueva forma de vivir. Es demasiado pronto para especular sobre lo que este movimiento significa para nuestras vidas, pero estoy seguro de que hemos escuchado a Dios en nuestro duelo y nos hemos posicionado en el lugar correcto en el momento adecuado para que la inspiración haga su trabajo curativo y restaurador en nuestra nueva vida cotidiana. Estamos muy agradecidos de que nos haya dado la bienvenida a su comunidad, y esperamos con ansiosa anticipación para ver cómo se desarrolla todo. Pura vida.

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Inspiración y creatividad

Por Judy Witt (traducido por Noelia Solano)

¿De dónde salen sus ideas? es una pregunta que a menudo oía en ferias donde vendía mi cerámica. La respuesta fácil es que solamente me llegan y, para ser sincera, eso a menudo era el caso. Pero la pregunta más grande realmente es ¿qué es la inspiración y cómo la encontramos, o nos encuentra a nosotros? Es difícil de examinar porque cuando uno se inspira a crear algo, uno solo quiere empezar y, en mi caso, ¡crear algo! No reflexionar sobre ello. Las ideas me llegan, pero a veces no tan fácilmente, entonces, ¿qué hago cuando estoy buscando una idea? Jugar. Jugar con materiales, jugar con color, jugar con palabras. El juego realmente está al centro de la creatividad. Y para poder jugar, uno tiene que soltar … soltar las ideas preconcebidas, los prejuicios, los resultados percibidos y estar listo para para fracasar. Y luego intentar de nuevo, por otra ruta, quién sabe a dónde llegará. Muchas veces una idea que he tenido comienza de una forma y termina de otra completamente diferente porque me dejo llevar con ella en vez de intentar realizarla. A veces dejo que mis manos sean las que piensen, lo cual siempre produce mejores resultados que pensar demasiado una idea.

Entonces, ¿cómo se puede aplicar este tipo de inspiración al resto de la vida, la vida del espíritu? De muchas maneras, la vida creativa sí es guiada por el espíritu. Al crear un objeto con cuidado, amor y destreza, el objeto lleva el espíritu de su creador en él, sea una taza de porcelana, un pastel o una pintura. Lo mismo se puede decir de una conversación con amigos llena de cariño, amor y formulada con cuidado, y al igual que jugar puede generar más inspiración, una discusión sincera puede despertar más inspiración, especialmente al escuchar y ver atentamente. A veces, la inspiración proviene del trabajo de otros al estimular nuevos pensamientos o nuevas formas de abordar un problema, ya sea un problema de diseño o un problema interpersonal.

Encontrar lo que inspira es muy personal y puede llevar toda una vida de exploración. Una querida amiga mencionó que después de toda una vida en una ciudad, “¿quién diría que yo soy una chica de campo?” Cuán afortunados son los que descubrieron temprano en su vida el bosque, el mar y los espacios abiertos como un espacio liberador de la inspiración.

La cerámica de Judy Witt

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El espacio interior: una entrevista con John Badminton

Por Tom Cox (traducido por Jean Cox)

Si la necesidad es la madre de la invención, entonces tal vez la inspiración pueda considerarse su tío ecléctico. Para John Badminton, la construcción ciertamente comenzó como una necesidad, una empresa práctica para producir ingresos.

“Nunca fue realmente un cambio de carrera ni nada por el estilo. Nunca quise ser un constructor, como tal. Fue práctico. Muchos artistas en los Estados Unidos a menudo trabajaban en la construcción o la pintura. Siempre fue una forma de ganar dinero. Eso fue parte de lo que me metió en eso. Necesitaba ganar dinero en ese momento. Aprendí mucho de otras personas. Era una habilidad práctica, una habilidad utilizable”.

En estos días, la mayoría de las personas en Monteverde conocen a John como el fundador y propietario parcial de Whole Foods. Podrían sorprenderse al saber que ha construido seis casas en Costa Rica, tres casi en su totalidad por sí mismo.

“Mi principal tipo de carrera profesional durante muchos años fue como fotógrafo. Había aprendido a construir cuando era joven. Siempre me pareció algo que era muy lógico. Parecía algo que cualquiera podía aprender a hacer. Cuando fui por primera vez a los Estados Unidos desde Gran Bretaña, trabajé con amigos allí que estaban en la arquitectura moderna. Trabajé con ellos durante unos años allí, tres o cuatro”.

John y su entonces esposa Kim llegaron a Costa Rica en 1991.

“Habíamos estado viviendo en un velero antes. Comenzamos en San Francisco y fuimos a San Diego y México y por todas partes. Eso fue bueno, pero fue un poco sin propósito. No fuimos lo suficientemente buenos o valientes como para ir a por ello y navegar alrededor del mundo. Trabajamos en los Estados Unidos durante un par de años solo para ganar dinero. Pero no queríamos quedarnos en los Estados Unidos, así que comenzamos a buscar otro lugar al que ir. Vinimos aquí primero porque la gente decía cosas buenas sobre Costa Rica en la década de 1980. El plan era venir aquí y luego seguir adelante, tal vez Tailandia o donde sea. Pero terminamos quedándonos, lo cual fue una buena opción”.

Primero se establecieron en Arenal, donde la primera casa que John construyó fue una choza en la que vivir y luego una galería de arte como su negocio. La construcción parecía ser la forma necesaria de comenzar en Costa Rica en ese momento.

“Aquí no había mucho entonces. No era como si pudieras comprar tu entrada; tenías que crear lo que fueras a hacer: una cabina en la playa o una tienda o una casa o lo que sea. Entonces, me encontré de vuelta en la construcción. Prácticamente sabía cómo hacerlo, pero nunca antes había construido estructuras enteras. Había construido la mayoría de las partes de las estructuras, la mayoría de los sistemas en una estructura, pero no lo había hecho todo por mí mismo”.

Nueve años más tarde, en el 2000, vendieron su casa y negocio en Arenal y se mudaron a Monteverde para una mejor comunidad en la que criar a su hija recién nacida, Elan.

“Aquí estaban pasando cosas interesantes. La gente en Monteverde parecía comprometida con los negocios, la actividad, las escuelas y todo. En Arenal, todo estaba un poco a la deriva. Era un pueblo desplazado, porque cuando agrandaron el lago, inundaron el pueblo original. Destrozaron la cultura central de los ancianos. Monteverde me pareció mucho más ecléctico. Los ticos y los expatriados parecían llevarse muy bien. No vi mucho conflicto. Tenían buenas escuelas, y debido a eso, había otras personas con niños aquí, mientras que Arenal se estaba convirtiendo mucho más en una multitud de jubilados”.

Aunque John trabaja con arquitectos locales para obtener las aprobaciones y permisos de construcción necesarios, él mismo los diseña.

“No soy arquitecto, pero diseñé toda la casa. Los dibujé para mí, y trabajé mucho en ellos hasta que tuve una sensación tridimensional muy clara de todo el asunto en mi cabeza. Todo está ahí, cómo funciona lo eléctrico y todo. Debe llegar a ese punto. Tengo al arquitecto que elabora los planos en función de mi visión. Es una estética. Mi proceso de construcción no está prefijado por el plan de otra persona. No es que sea un contratista que cumple el sueño de un arquitecto. Yo voy trabajando en la imagen a medida que avanza. Estoy buscando ver si me siento bien con eso, con las dimensiones, la resonancia, la solidez, o lo que sea sobre el espacio”.

Muchos constructores se sienten atraídos por el aspecto de un lugar: las líneas, los ángulos y el estilo. Para John, la inspiración para construir se encuentra más en la sensación del lugar. Casi obtienes una vibra espiritual de Juan cuando habla de construir, aunque no llega a llamarlo un proceso espiritual.

“Creo que es más emocional que espiritual. Veo las cosas y luego obtengo una respuesta emocional: me gustan o no me gustan. Diferentes cosas afectan a diferentes personas. La luz puede ser muy importante para algunos. A mí también me gusta la luz, pero la resonancia es lo mío. Si entras en una catedral o en una casa prefabricada de aluminio, la resonancia entre las dos estructuras, cómo se sienten, es diferente. No me gustan mucho las estructuras metálicas. Tienen una resonancia de alta frecuencia en su vibra. Trabajo mucho en esa sensación de resonancia, esa solidez en ciertas áreas. Eso es lo que me interesa mucho cuando entro en un edificio, solo la sensación del espacio: la forma, el tamaño, lo que sea”.

El legendario arquitecto Frank Lloyd Wright dijo una vez: “El espacio interior se convierte en la realidad del edificio”. Aunque Wright no habló mucho de aquellos que lo influyeron, se cree que pudo haber tomado esto del antiguo escritor y filósofo chino Lao Tzu, quien escribió: “Moldear arcilla en un recipiente; es el vacío interior lo que crea la utilidad de la vasija. … Lo que tenemos puede ser algo útil, pero su utilidad radica en el espacio desocupado”.

John no podría estar más de acuerdo:

“La satisfacción que me resulta de construir, además de completar una tarea, es pensar en las otras personas que van a vivir en la casa. Estoy creando lo que va a ser el hogar de otra persona, muchas otras personas vivirán en él durante los próximos cincuenta o sesenta años. Realmente me gusta pensar en eso cuando lo estoy construyendo. La mayoría de los edificios no son para mí. Terminan vendiéndose al final, de una manera u otra. Por eso, pienso en quién va a vivir en él y espero que lo haga un lugar agradable y que se sientan bien allí. Es tremendamente satisfactorio pensar, mucho después de que me haya ido, que algún extraño anónimo realmente puede amar esa casa en Monteverde”.

John cree que la casa que está construyendo para Elan puede ser la última.

“Creo que, físicamente, tiene que serlo. Eso espero. Cada vez es más difícil, es un trabajo bastante pesado y físico. Es un gran trabajo; un trabajo largo. Es como un enorme Lego. Primero, te lo imaginas, y luego tienes que ir bloque por bloque, detalle por detalle. Yo también hago otras cosas. Me gusta la jardinería. Estoy feliz de cultivar. Sigo jugando con las imágenes, como la fotografía. Todavía tengo algunos de los equipos viejos. Sin embargo, mis ojos ya no son tan buenos y hacer todo con gafas es diferente”.

Puede que John no crea que su pasión por la construcción es necesariamente un esfuerzo espiritual, pero es difícil no escuchar esas vibraciones mientras reflexiona sobre el camino que continúa caminando: “He llegado al punto en el que trato de superar el punto de terminar y simplemente disfrutar del viaje. Eso es como un cliché clásico, pero es cierto en muchos sentidos. Creo que debería estar disfrutándolo. Es como Whole Foods, donde nuestra declaración de misión es ‘Diviértete’. Disfruta haciendo esto. No debes hacerlo solo por algún objetivo final. Deberías disfrutar del proceso. Es lo mismo en mi edificio. Debería estar disfrutando de esto. No debes hacerlo solo para terminar una tarea. Creo que muchos de nosotros fuimos criados solo pensando en ese objetivo final: ‘Sigue adelante. Casi allí. Ya casi estoy allí’. Es como sufrir miseria. Entonces, con suerte, de alguna manera llegas allí, donde sea. Pero la cosa es que deberías estar disfrutándolo todo el tiempo si puedes”.

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Joyas de inspiración

Por Lucky y Helena Guindon (traducido por Tim Curtis)

[EDITOR: Lo siguiente es resumido de una conversación entre Helena y Lucky Guindon. Ambos sienten que denotar quién dijo qué no es tan importante como las ideas que se compartieron. Por lo tanto, tenemos el privilegio de ser una mosca en la pared para escuchar su sabiduría.]

La inspiración es lo que a menudo siento cuando me despierto con un hermoso día nuevo. Aquí está, ¡un regalo! Hay canciones que hablan de este nuevo comienzo: “Este es el día que hizo el Señor. Regocijeremos y alegraremos en ello”.

“Dios ha creado un nuevo día, plateado, verde y dorado. Conceda que el atardecer nos encuentre, dignos de poseer Sus dones”.


Escuché el dicho “¡La inspiración golpea!” La idea de que la inspiración viene primero y luego uno actúa no me ocurre. Hago el movimiento y comienzo de una manera bastante ordinaria y mundana. Sin drama. Solo entonces la inspiración me visitará. Entonces parece repentino.


La inspiración es una idea que no toca la puerta, sino que entra para sorprenderme. Aporta energía extra que me pone en marcha. La inspiración parece ser una energía positiva. Este visitante inesperado puede venir como una imagen, mostrándome cómo se ve, o puede venir como palabras, las que escucho en mi mente o algo que otros han dicho. A veces es simplemente acción. La inspiración puede llegar como un golpe que cambia mi rutina, como un viaje inesperado o incluso un accidente. Cualquier error me puede abrir al cambio y a la inspiración.

No importa cómo venga, para cuando lo he visto, la idea ya entró por la puerta y exige acción. Las cosas deben cambiar. Esta nueva idea dice: “¡Oye, déjame paso!” Empiezo a escuchar pitidos. A estas alturas, estoy regañando, “¡Espera! ¿De dóndevienes ? ¿Cómo entraste en mi habitación? ¿Me asustó un hecho reciente? ¿Algo que alguien más me mostró envió la chispa? Quizás mi oído interno estaba escuchando con más atención en este momento. Es probable que estuviera descansada, no demasiado ocupada ni molesta y distraída por pensamientos negativos. Por cierto, mi mente estaba bostezo abierta, lista para recibir nueva información. Lo que sea. Ahora, la idea está dentro y ahora tengo que hacer algo. Tengo que hacer lo mejor que pueda, manteniéndome lo más cerca posible de lo que sé como correcto, dando apenas un paso hacia esa visión. Nunca sé qué pasará, pero tengo que confiar y tengo que intentarlo. Hay una garantía: una vez que empiece, entrarán en juego otras ideas. Ya sean mías o de otras personas, estas ideas ayudan a que tome forma.


Creo que hay un dicho: “cuanto más das, más te dan”. ¡Pero no especifica qué! Al menos al hacer algo concreto, estoy invitando al siguiente paso. Los planes cuidadosos resultan útiles hasta cierto punto. Intento equilibrar el calcular los materiales y recopilar las herramientas con el permanecer abierta a nuevas oportunidades y a hacer los cambios necesarios. Tanto el lado izquierdo como el derecho del cerebro deben cooperar aquí.


Siendo la inspiración una fuerza positiva, si quiero sentirme inspirada, puedo buscar intencionalmente las cosas que me gustan a mi alrededor. Incluso puedo ponerlas allí: un jarrón con flores o una fotografía favorita. Un buen pensamiento o dicho se puede escribir y colocar donde se ve a menudo.


Hay muchas formas posibles de fomentar una actitud positiva. Haz algo que te guste, cómo jugar un juego, correr o bailar, o incluso un trabajo físico que te deje feliz. Estar en la naturaleza, incluso si me mojo, puede ayudarme a ser más consciente en todos mis sentidos. Me gusta escuchar música alegre, lluvia en el techo, viento en los árboles o grillos por la noche. Ver a los niños o interactuar con ellos puede animarme. ¡Los niños son inspiración! Ven las cosas como nuevas, sin las anteojeras del hábito.

Todo lo que me ayude a soltar la irritación, a ver el humor en una situación, a mantenerme lo suficientemente ligera como para sonreír y disfrutar de una buena broma, todo es un terreno fértil para la inspiración.


Otro ingrediente es compartir . Supongo que debido a que somos sociales, liberamos algo dentro de nosotros cuando damos. Ya sea un objeto, comida, un buen libro o simplemente palabras, el acto de compartir alegra el alma. Corrie Ten Boom [la escritora holandesa que fue detenida por los Nazis por esconder a Judíos en su casa durante la Segunda Guerra Mundial] cuenta que estuvo en prisión y encontró consuelo compartiendo migajas de sus escasas raciones con una hormiga. Compartir puede ser tan simple como contar un recuerdo, una historia divertida o un sueño extraño; o tan serio como dar un mensaje en la reunión de adoración. Da miedo lo lejos que pueden llegar nuestras palabras. Recuerdo los mensajes que otros dieron en Meeting hace años. La gente me ha dicho cómo les impactó algo que dije, aunque me he olvidado por completo de lo que era.


Cuando escucho en busca de inspiración, no puedo ser exigente. Debo estar lista para recibir cualquier cosa quealguien comparta, conservando la parte que me habla.

La curiosidad me lleva a un modo de exploración que a menudo descubre sorpresas. Me guste o no lo que descubro, puede aflojar mis puertas, y antes de que me dé cuenta —¡Bu! – la inspiración me mira a la cara.

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